MALLORCA

Luis Salvador de Habsburgo-Lorena viajó por primera vez a Mallorca en 1867 y a partir de 1871 residió largas temporadas en la isla, donde adquirió varias propiedades en la costa norte, impulsado en gran parte por el deseo de preservar su maravilloso paisaje. Luis Salvador se vinculó estrechamente con Mallorca y sus gentes, intervino destacadamente en la vida cultural, aprendió la lengua del país y colaboró asiduamente con diversos intelectuales mallorquines. Personaje polifacético, de enorme curiosidad intelectual, apasionado por las ciencias y las lenguas, el Archiduque vertió toda su pasión científica y su intenso amor a la naturaleza en las islas Baleares y Pitiusas, que fueron para él como un paraíso y con las que le unía una profunda afinidad. Recorrió las islas palmo a palmo, registrando con minuciosidad germánica toda clase de datos sobre los más variados aspectos de la vida de los isleños y del medio geográfico. En efecto, desde la estructura geológica, la flora y la fauna, hasta los medios de transporte, el comercio y la industria, pasando por el clima, los usos y costumbres, las viviendas, la lengua, la vida cultural, los bailes populares, el mobiliario, los trajes populares, la estructura social, el clero, la nobleza, la agricultura, las supersticiones, etc., etc., la curiosidad del Archiduque le llevó a realizar un inventario exhaustivo de la realidad humana y física de las Baleares y Pitiusas. El fruto de esta inmensa tarea se plasmó en los nueve volúmenes de Die Balearen. In Wort und Bild geschildert (Las Baleares descritas por la palabra y el dibujo), publicados en Leipzig entre 1869 y 1891. El propio Archiduque realizó un resumen de la obra en el que sólo dejó de lado los datos menos importantes, y ésta es la versión que hoy presentamos al lector. Esta obra capital se ha convertido en el título de referencia obligado para cualquiera que quiera conocer la historia de las islas, sus costum- bres y su mentalidad. Es, evidentemente, un testimonio muy valioso de la personalidad y singularidad de estas islas y del patrimonio cultural, lingüístico y paisajístico que tanto amó el Archiduque y que las generaciones actuales están obligadas a conservar y a transmitir a las generaciones futuras de estas islas.